González Cussi, con la frente en alto tras transformar la seguridad en Morelia

González Cussi, con la frente en alto tras transformar la seguridad en Morelia

En un sistema de seguridad pública anquilosado, que por décadas se movió entre la simulación, la corrupción y la improvisación institucional, la figura de Alejandro González Cussi emergió como un actor disruptivo. No un burócrata más. No un funcionario tradicional. Sino un estratega con visión de Estado local, que entendió que la seguridad no se construye con fuerza bruta, sino con formación, cultura cívica y profesionalización constante.

Hace apenas unos días, tras anunciar su salida como Comisionado de Seguridad Ciudadana de Morelia, Cussi se despidió del cuerpo policial que lideró desde 2021, en un emotivo encuentro privado con los elementos de la corporación. Ahí dejó claro que se va con la cabeza en alto, con “la paz que solo otorga la satisfacción del deber cumplido”.

Y tiene razones de peso para afirmarlo. Durante su gestión, Policía Morelia rompió inercias históricas y se posicionó como una institución que empieza a cambiar el ADN de la seguridad pública municipal en México.

En lugar de insistir en el viejo modelo reactivo y punitivo, Cussi apostó por la justicia Cívica, la cultura de la paz y una formación policial de alto nivel, que incluyó convenios de capacitación internacional con España y Colombia, así como diplomados impartidos por la Universidad Panamericana, donde 300 policías locales se instruyeron en Ética Policial y Derechos Humanos, áreas históricamente relegados pero hoy imprescindibles.

¿Resultados? Eventos masivos con orden, reducción de conflictividad vecinal, mayor percepción de confianza, y sobre todo, un cambio de narrativa: la policía municipal dejó de ser vista como enemigo del ciudadano para empezar a posicionarse como un aliado comunitario.

González Cussi lo sintetizó así en su despedida: “Desafiamos el sistema, se hicieron locuras y media…hay una policía que ha roto paradigmas y ha marcado la pauta”. No es retórica vacío. Lo que se gestó en Morelia, si no se abandona ni se revierte, podría consolidarse como un modelo alternativo al centralismo militarizado que domina hoy el mapa de seguridad en México.

Queda claro: Cussi no huye ni se oculta, como tantos otros que dejan el cargo en medio de escándalos o fracasos. Se va con reconocimiento y aplauso.

Ahora que Pablo Alarcón Olmedo ha quedado como encargado del despacho, la gran interrogante no es por qué se fue Cussi, sino si el sistema tendrá la capacidad de sostener lo que él ayudo a construir. Porque transformar las instituciones no es una ocurrencia, es una batalla cultural.

Y Alejandro González Cussi, guste o no, libró esa batalla con altura de miras y visión de futuro.

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