Tres días de protesta de la CNTE no fueron suficiente para que la titular de la Secretaría de Educación de Michoacán, Gabriela Molina –“Gaby” para los cuates–, apareciera a dar una postura oficial al respecto.
Las recientes jornadas de protestas encabezadas por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en Morelia resultaron en actos de vandalismo, bloqueos viales, toma de edificios públicos y confrontaciones con autoridades.
Y en medio de este clima de tensión que vulnera el derecho a la movilidad y agrava el deterioro del sistema educativo michoacano, “Gaby” Molina está ausente.
Desde hace días, integrantes de la Sección XVIII de la CNTE han radicalizado sus acciones con manifestaciones que han paralizado el centro histórico de Morelia, bloqueado vías estratégicas como la avenida Madero, tomado las oficinas de la SEE y causado daños a instalaciones públicas.
Las demandas del magisterio disidente se centran en el pago de bonos atrasados, basificaciones, contratación de egresados normalistas y mayores recursos para planteles de educación básica.
Sin embargo, más allá del trasfondo de sus exigencias —muchas de las cuales ya han sido atendidas por la administración estatal—, lo que ha indignado a la ciudadanía es la violencia con la que se han conducido las protestas, afectando a miles de morelianos que deben sortear los bloqueos a pie, cerrar negocios o cancelar clases.
Molina, más allá del llamado al diálogo, no ha emitido una sola declaración oficial para explicar el curso de las negociaciones, el estado de la educación o las consecuencias de estos actos sobre estudiantes y docentes no afiliados a la CNTE.
Su ausencia, tanto física como institucional, comienza a convertirse en una constante preocupante.
¿Qué acciones está emprendiendo “Gaby” Molina para recuperar el orden y garantizar el derecho a la educación? Es una pregunta que nadie puede responder.